sábado, 27 de noviembre de 2021

JEAN MÉNARD, fundador del museo LA PERCÉE DU BOCAGE en Saint-Martin-des-Besaces


Conocí la ocupación. Mi madre era maestra en el grupo escolar. Los alemanes ocuparon la escuela y parte de nuestra casa. Así que vivimos totalmente la ocupación. Con sus ruidos, sus olores y todo lo que lleva consigo un ejército. Además, mi padre llevaba preso desde 1940. Pasó cinco años en Alemania. Claro que hubo situaciones peores, pero sin duda no era una situación agradable. Sin olvidar las restricciones. Resumiendo, vivimos la ocupación. Y llegó la época de la liberación. Yo era joven, tenía 13 años. Los adultos hablaban siempre de la liberación. De que el día en que llegase y viniesen a liberarnos. Todo el mundo ansiaba el desembarco pero a la vez se temía por si sucedía aquí. Hasta que una noche escuchamos ruido como de tormenta. La gente estaba nerviosa.

No era normal, algo raro estaba pasando. Y así fue, era el desembarco. Tengo un recuerdo de ese momento, el 6 de junio hacía mal tiempo, estaba muy nublado. Los aviones volaban muy bajo y había tantos que el aire vibraba. Debido al paso de los aviones. Antes habían lanzado muchas octavillas para que abandonásemos el pueblo por los combates sobre todo cerca de carreteras. Entendimos que era algo serio, muchos empezaron a marcharse. Me fui con mi madre y mis hermanos pequeños a Brémoy a casa de un abuelo. Nos cambiamos unas cuatro veces de sitio y fuimos liberados en Le Mesnil-Auzouf por la 43rd (Wessex) Infantry Division.

Tras la liberación, mientras los combates seguían en el monte Pinçon, preguntamos a los ingleses que nos liberaron, que ocupaban la granja de mi tío, si podíamos volver a casa o no, porque todavía podía haber un contraataque alemán. Pasados cuatro días nos dijeron que podíamos volver. Pusieron a nuestra disposición un camión para traer nuestras pocas pertenencias y nos llevaron a casa.

Estábamos tan encantados de ser liberados que el contacto fue fabuloso. Era un batallón de artillería. Instalaron los cañones alrededor de la granja. Nos dieron muchas cosas que durante tiempo no habíamos tenido. Uvas, pasas, víveres… Era la felicidad, aquello era una fiesta. Tras los obuses y las bombas aquello era maravilloso. Luego descubrimos todo ese ingente material. Aún teníamos carros con caballos en esa época en el campo. Fue magnífico. Fue un gran alivio. La guerra continuaba pero para nosotros no. Claro que seguía. Mi padre seguía preso en Alemania.

Pero para nosotros se había terminado. Podíamos regresar a nuestras ruinas y volver a empezar. Cuando regresamos todo estaba destruido. Eso no era lo más grave. Pero lo que más nos sorprendió eran todas esas tumbas.

En el pueblo y los alrededores había una treintena de tumbas alemanas y británicas. Los más jóvenes decidimos cuidar las tumbas. Las tumbas inglesas. Yo me ocupé de dos en la carretera de Caumont. Entonces me preguntaba, al ver esos jóvenes de 22 años que en Inglaterra, allí a lo lejos, lo digo así por qué en esa época Inglaterra era el fin del mundo, no existían las comunicaciones de hoy. Esos chicos que habían venido de tan lejos para morir aquí por nuestra liberación.

Toda su familia que les esperaban en Inglaterra. Que habían perdido a uno de los suyos por nosotros. Eso me emocionó. Y desde entonces pensé que algún día encontraría a los compañeros de esos chicos. Para saber qué les pasó. Quería saber quiénes habían combatido aquí. Quiénes nos habían liberado.

Una pequeña anécdota. Un día hablé en la radio en Vire. Estaba contando que cuidaba las tumbas inglesas. Y alguien me preguntó: "Y las tumbas alemanas, ¿qué?". Hay que entender el contexto de la época. Porque días antes hubiésemos matado a cualquier alemán. Para poder ser liberados antes. No teníamos ninguna intención de cuidar las tumbas alemanas. ¡Ninguna! También hubo quien profanó tumbas, eso no está bien. También se desenterraron para quitarles las botas. Es más triste aún. En aquel contexto cuidábamos las tumbas inglesas, les poníamos flores. Pero no nos ocupábamos de las alemanas. Después estudié. Tras la liberación había mucho trabajo debido a la destrucción. Me casé, arreglé una casa. Y un día a finales de los años 70, creo que en 1977, vi en la prensa que en Vassy, que está a unos 20 km, había una reunión de veteranos británicos de la 11th Armoured Division "Black Bull". Y allí conocí a los primeros veteranos. Me llevé un viejo registro que aún conservo donde escribí el nombre de todas las tumbas. Fui a Vassy junto a los veteranos. Así que estaba en Vassy e iban llegando coches. Me sentía muy intimidado. Chapurreé algo porque hablo nada de inglés. Le pregunté malamente en inglés y francés si era un soldado. Dijimos algunas palabras en inglés. Y luego en un momento me preguntó si era francés. Manifesté que sí. "Yo también, hablemos en francés." Se presentó rápidamente, era justo antes de la ceremonia. "Soy Michel Morel". "Con 17 años me uní a la resistencia". "Me uní a los británicos cuando llegaron". "Hice toda la guerra y me nombraron porta-estandarte". Así que mi primer veterano fue un francés. Imagínate lo contento que llegué a casa.

Le expresé a mi mujer que ya tenía el hilo conductor para poder hacer algo. Después conocí a un veterano británico que hablaba francés bastante bien. Le dije que buscaba a los que combatieron aquí. Le mostré la lista de los caídos por si los conocía. Por suerte fui a dar con un miembro de la brigada que sufrió tantas bajas entre el cruce y la cruz. Me dijo que fuese al día siguiente a la ceremonia en el puente de Vère donde está el monumento de la 11th Armoured Division "Black Bull", cerca de Flers. Iba a presentarme al Major General George Philip Bradley Roberts. Y también al Major Noel Bell, el oficial de los que cayeron aquí. Y al Brigadier David Madryll Stileman que fue gravemente herido. Stileman, que vemos en la imagen. Cuando le mostré el papel con mi registro preguntando si conocía estos hombres que cayeron aquí, me expresó que sí, eran los chicos de su pelotón cuando fue gravemente herido. Agarró mi registro. Lo apretó fuerte contra sí mismo. Todavía me emociono. Y me dijo: es muy emotivo. Creo que él fue el detonante. Dije que teníamos que hacer algo por ellos. Para la organización de esa reunión preparé una pequeña exposición en un aula. Con un fresco como el que tenemos en el museo. Fue mi esposa quien lo dibujó. Y en el centro un pequeño diorama. Muy sencillo. Mostraba cómo fue el combate en el pueblo. Mis dos hijos se ocuparon de las maquetas. Mis chicos montaron también las del museo. Al principio estaba contento, cuando iba a Caen me pedían maquetas. Pero tras varios meses no querían más maquetas. Teníamos suficientes, hay unas 60 maquetas. Para nada. Organicé aquella pequeña exposición para agradecer y honrar a los británicos, pero les sorprendió, había fotos que desconocían. Fotos de ellos.


Después en 1993 se creó el espacio histórico. En toda la región de Basse-Normandie. Los museos pasaron a formar parte del espacio histórico. Yo creía que el nuestro no sería incluido. Pero contrariamente vieron que el nuestro era el único museo centrado en la historia de los soldados. Les pareció muy educativo. Por lo que fuimos incluidos en el espacio histórico. Fue entonces cuando el Consejo Regional, que era muy dinámico nos habló de aprovechar las subvenciones de ese momento. Por el 50 aniversario. Entonces se construyó el museo y reinstalamos la exposición en su interior. No se hizo todo de golpe. Una gran parte se hizo en 1994 pero otros espacios se construyeron más tarde. Poco a poco logramos construir todo. Gracias a ustedes, para mí es un placer estar con todos los que mantienen viva la memoria. El deber de la memoria. Para ser conscientes de todo lo que les debemos.

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